Siempre he dicho que mi relación con la lluvia es un tanto complicada... También lo es mi relación con las tormentas...
Me apasiona la luz que dejan en el cielo y su forma de iluminarlo absolutamente todo de golpe.
Y a la vez, me genera cierta ¿angustia? el estruendo que crean, ese con el que parece que vayan a derrumbarlo todo...
Me recuerdan a los días en el pueblo, cuando corríamos ante la tormenta si nos pillaba en el parque o en el campo, por aquello de alejarnos de los árboles...
Recuerdo especialmente aquella, mirando a través del cristal los ríos de agua que se iban formando en la calle... Y cómo salimos a ver aquel árbol partido y a inspeccionar un poco todo cuando el sol volvió a salir...
Recuerdo los comentarios de mi madre sobre los días de tormenta cuando eramos pequeños... Por lo visto a mi hermano le atemorizaban y pedía rezar a Santa Bárbara, mientras que yo le decía que no pasaba nada...
Me gusta ver las tormentas desde casa, abrigada por el calor del hogar...
Y me gusta que duren hasta la noche, para dormirme escuchando los truenos y las gotas de agua golpeando en el cristal ...
* Imagen de stock.xchng
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